jueves, 13 de marzo de 2014

Programa Creatividad Literaria: "cuéntame un cuento"

Los cuentos nos acompañan desde que nacemos, despiertan nuestra imaginación, nos sorprenden, nos hacen más felices en definitiva. Todos hemos odiado al lobo de Caperucita, hemos soñado con el príncipe de Cenicienta, nos hemos preocupado por los Tres Cerditos, hemos acompañado a Blancanieves y sus siete enanitos...
En estos días hemos trabajado con los cuentos. Muchos habéis participado en el II Certamen de cuentos de la biblioteca (próximamente publicaremos los cuentos ganadores) y habéis imaginado fantasmas gruñones, dormilones, amigos, buenos, comilones, miedosos, fantasmagóricos...
En esta ocasión os proponemos la lectura de un cuento con Caperucita y los Tres Cerditos. Sí, sí en el mismo cuento.
Está escrito por Marta Bonilla de 6º A. ¡Ah! Si pincháis sobre la última imagen del cuento entraréis en el blog de Marta, "mariposas sobre el papel" y podréis leer más historias suyas.

CAPERUCITA ROJA Y LOS TRES CERDITOS

"Caperucita Roja" era el apodo de una niña que vivía en un lejano bosque, en una casita en un lejano país.
  "Caperucita Roja" vivía con su madre, su padre y sus ocho hermanos, (todos menores que ella) y siempre llevaba una caperuza roja ( de ahí su apodo) que le hizo su abuela.
     Un día, la madre de Caperucita le dijo:
  - La abuela está malica, tiene una tos tremenda y le duele todo. Lo menos que podemos hacer es llevarle una tarta de lima, para que vea que nos preocupamos por ella.... ¿serías capaz de llevársela, que yo tengo que ir a hacer unos recados y tu padre no puede?. Se lo pediría a uno de tus hermanos, pero...- Su madre le señaló al resto de sus hermanos. todos estaban saltando en los cojines, mordiendo los muebles, haciendo el gorila, inundando el baño, ... 
  - Iré yo, tú mejor pon orden, porque...Yo no digo nada, pero Lucas está tirando por el retrete tu vestido de novia.
  Y así se hizo, "Caperucita Roja" partió por el bosque a la casa de sus abuela que vivía en el pueblo.
Su abuela era una cantante de rock, tenía tres piercings en el ombligo, vestía ropa de cuero con pinchos y tenía la costumbre de comer tarta de lima todas las noches. ¡Por eso estaba tan gorda!
  En mitad del camino, Caperucita se paró a descansar. Se sentó en un tronco de un árbol cortado y empezó a meter el dedo al pastel de lima de su abuela.
  - ¡¡Aaaah!!- Escuchó.
  - ¿Qué es eso?- Pensó la niña y empezó a caminar en la dirección de donde procedían las voces...
Y cuando descubrió quién emitía esos chillidos, vio el mayor espectáculo del mundo: Tres cerdos cantando y bailando sobre distintos escenarios. El más gordo y grande estaba sobre un escenario de ladrillo; el mas pequeño y delgado, en uno de paja; y el mediano, en uno de madera. 
Los tres parecían estar compitiendo.
Pero entonces, de repente, de detrás de uno de los árboles salió un lobo, y se dirigió corriendo hacia el menor de los cerditos:

- ¡Eh! ¡Tú! ¡Cerdo! ¿Qué pasa, tronco? ¿Te crees que no te voy a comer tío? ¡Pues hala, te soplo la paja y ya está!- Y dicho esto, sopló con todas sus fuerzas y le voló el escenario.

El cerdito salió corriendo y se refugió en el escenario de madera.
  - ¡Chaval, que muermo estás hecho!,
 ¡Pues hala, os como a los dos y ya está! ¿No te flipa?- 
Y el lobo cogió y empezó a soplar. Esta vez no consiguió volar los palos, pero logró que el escenario se volcara hacia atrás...  No consiguió atrapar a ningún cerdito, porque ambos saltaron al escenario de ladrillo del otro cerdito, el más grande y gordo.
  - ¡Jolín, tíos qué difícil me lo ponéis!, ahora no puedo destruirlo, ¡Qué rollo!, ¿Y ahora qué cómo yo?...- Entonces divisó a "Caperucita" que estaba detrás de un árbol.
  - ¡Anda, qué flipe! Otra presa, ¡Qué guay!- dijo y echó a correr detrás de Caperucita.
  Uno de los cerditos aprovechó y se bajó del escenario para intentar huir, pero el lobo lo vio y lo atrapó.  Caperucita ya se disponía a irse y olvidarse de todo, como si no hubiese pasado nada, pero alguien más se unió a esta disparatada escena...

 - Toby, ven bonito, ven Toby, ven guapo... - Era un hombrecillo con bigote, que tenía pinta de hippy por su ropa, pero que, sin embargo, llevaba una escopeta en la mano.
El lobo soltó al pobre cerdo y empezó a lamerle la cara:
  - Bien, chico, bien...¡Te he dicho mil veces que yo te doy de comer ciervos, que no quiero que caces cerdos, que son una especie protegida!
  - ¡Jolín tío, es que están más ricos! ¡Qué muero chacho!- El hombrecillo se fue, y el lobo detrás.
  - ¡Fooooh! ¡Qué miedo, qué miedo! ¡Oink, qué miedo! - Decían los cerdos.
  Caperucita no perdió el tiempo y se fue sin despedirse, no se fijo ni dónde se había dejado la tarta y no abrió la boca hasta que llegó a casa de su abuela.
  Se lo contó todo. Aunque claro, si tú le dices a alguien que has perdido la tarta porque has estado con tres cerdos cantarines, con un lobo que no paraba de decir tonterías y con un hippy bigotudo que llevaba una escopeta en la mano...¡Como que no se lo cree!
  Pasó un año y la niña no volvió a ver a ninguno de  aquellos extraños personaje... 
¿QUIEN SABE?, ¡A LO MEJOR TÚ TE LOS ENCUENTRAS ALGÚN DÍA!

No hay comentarios:

Publicar un comentario